03 febrero 2009

UNA VISITA INESPERADA

UNA VISITA INESPERADA


El Domingo que estábamos todos como perros en el mercado echadotes en el sillón viendo la tele que tocan el timbre ¡qué cosa!

-¿Quién puede ser en pleno Domingo de descanso caray?– gritó el susodicho

En eso se aparece el hooligan pálido como la leche, queriendo articular palabra sin que le salga ni un chisguete de voz del miedo.

-¿Qué pasa? – le pregunto, pero el se quedó clavado ahí paradote junto al sillón temblando.

- Allá hay un…un….

-¿Un qué idiota? – le contesta Lady Pubertiana que tiene boca de verdulera siempre.

-Un monstruo negro en la puerta diciendo que le abra y lo peor es que se sabe mi nombre!–nos dice con el corazón en la boca.

¡Santa Madre de Dios! Bien sabía que de tanto estar idiotizado con el X Box iba terminar un día o con ataques o diciendo incoherencias como ahorita.

Me paré como resorte y como no se movía el hooligan le pegué una cachetada ya de pura inercia.

-A ver mi amor, respira hondo y cuenta hasta tres – le decía respirando yo para ponerle el ejemplo pero el pobre escuincle temblaba como hoja ¡qué horror!

Pesqué al susodicho del brazo y le dije “Vas tú, que eres el hombre de la casa”, como ya se que cuando le pico el orgullo masculino no repela, no le quedó de otra que pararse e ir a ver quién tocaba.


El hombre invencible que no le tiene miedo a nada regresó igual que el hooligan, diciendo que en la puerta estaba un bulto que parecía entre la mujer lagarto del circo que se quedó así por desobedecer a sus padres y Michael Jackson hinchado después de mil operaciones.

Ashhhh de qué sirve tener 2 “hombres” en la casa si todo lo que requiere de testosterona lo tengo que terminar haciendo yo. Me paré y fui a abrir. Era una negra pero con eso de que está de moda Obama ya no es novedad. No más se le veían los ojitos como en el bosque de noche de Blanca Nieves.

-¿Qué se le ofrece? – le pregunté.

Pero la negra se abalanzó contra mí y me abrazó. ¡Sopas! Ya le iba yo a dar un garrotazo cuando le vi la maleta de la Sofiringa.

-¿Tiene secuestrada a la Sofiringa verdad…cuánto quiere por devolverla...CUÁNTO??

En eso todos llegaron a la puerta al escuchar el alboroto y mis gritos suplicadotes para el secuestrador.

-No nada más le quitó la maleta má, también le quitó la ropa, eso que trae puesto es de la Sofiringa lo podría reconocer entre una barata en un outlet – dijo Lady Pubertiana.

-No me secuestré a nadie señora ¡Soy yo, la Sofiringa! No más no me puedo mover mucho porque me duele – nos decía emocionada la desgraciada que venía irreconocible de lo asoleada que estaba ¡qué bruto! Como tortilla que se quedó media hora en el comal.

Felíz de la vida le cargué su maleta y le ayudé a sentarse para que descansara.
Ya todos con mejor color que el de “amarillo-terror”, nos pusimos a hacer quehacer mientras la carbonizada Sofiringa nos veía desde el reposet sin poder moverse.


-Sacúdele bien en esa esquina – le decía la negra Sofiringa al hooligan, -y no se te olvide aspirar atrás de los sillones – le decía a Lady Pubertiana que no más retorcía la boca y hasta al susodicho le tocó hacer la comida. Todo porque no vaya a ser que nos metan a la cárcel por andar explotando a una esclava con trabajos forzados ¡faltaba más!
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