15 diciembre 2006

PLAN DE CONTIGENCIA DEL SUSODICHO

PLAN DE CONTIGENCIA DEL SUSODICHO


Yo no sé qué les pasa a estos dos escuincles que todos los días amanecen suplicando para no ir a la escuela. El susodicho con todo y lo Herodes que es a veces le encuentran la fibra más débil cuando el hooligan se le enreda en la pierna y lo arrastra por toda la casa hasta que va al baño y se tiene que despegar por que si no quien sabe como le vaya, se me queda viendo y levanta un poco la ceja del lado derecho como diciendo ¿Si o No? Entonces yo le hago ojos de pistola que quiere decir “Ni loca me los quedo toda la mañana”

Todavía el susodicho tratando de razonar con el berrinche del hooligan le dice, “Si sacan puros dieces, los dejo faltar” cuando desde la otra recámara se escucha la voz de Lady Pubertiana, “¡Uyyyyy ya valió!”

Dice el susodicho que se le quedan viendo raro los otros padres de familia cuando llega a la escuela y hasta los encargados de la vigilancia le hacen escolta abriendo paso cuando lo ven acercarse a la puerta, porque ya saben que arrancar a estos niños del coche en plena crisis existencial no es cualquier cosa.

Por eso el susodicho, que no gasta ni un peso en regalos navideños para la gente está ahorre y ahorre, que por que le tiene que dar un regalo especial a los policías de la escuela y no crean que por dadivoso naaaaa, es que desde hace una semana que se le ocurrió la brillante idea de pasear a estos escuincles media hora antes por los alrededores del colegio, desde que salen de la casa les pone una estación con “La hora de Luis Miguel” y por automático se duermen los pobres, ya que los ve que van amarrando el sueño mete segunda y acelera hasta la Puerta Uno. Los vigilantes que ya saben la estrategia muy sincronizados se para uno en cada lado y a la cuenta de tres abren las puertas, se bajan del coche bien modorros, y antes de que empiecen a preguntar que en dónde están o a dónde llegaron, el susodicho arranca a toda velocidad. Todavía dice que a veces ve desde el retrovisor al hooligan reclamando hasta que se acerca la maestra que lo toma del brazo, y el hooligan empieza a cabecear como buscando dónde esté acolchonadita para seguirle.


Hasta ahorita nadie se ha quejado, ni las maestras ni nadie ha dicho que babearon los escritorios, y más vale que los vigilantes sigan así de sincronizados si es que quieren regalo, porque todavía nos falta una semana para que los escuincles entren al estado de hibernación y se acabe el plan de contigencia del susodicho.

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