22 marzo 2006

UN GOBIERNO AL DENTE

UN GOBIERNO AL DENTE


Aquí en México nos tienen todo el santo día atiborrados con publicidad de los candidatos a la presidencia ¡qué horror! Los ve uno hasta en la sopa. Para colmo todos feos siempre. Al menos si un guapísimo como el guardaespaldas argentino de la telenovela de la noche se dirigiera al pueblo desde el balcón del Palacio Nacional y dijera con una voz muy sensual, “Estamos jodidos pero vamos México que sí se puede” todo el género femenino apoyaría sin preguntar ni siquiera cómo le van a hacer y al otro día en lugar de barrer confetti tendrían que traer una cuadrilla para trapear el babeadero.

A mi el susodicho me empieza a hablar que si la deuda externa, que si votamos por fulanito la taza macroeconómica del Banco de no sé qué, y yo le pido que mejor no me diga nada porque a mi la única taza que me importa que permanezca estable es la del café. Luego me pongo a escuchar a los candidatos hablar en sus promocionales de la televisión y me tocan el corazón porque me recuerdan a Lady Pubertiana cuando jura y perjura que para el próximo mes va a sacar buenas calificaciones.

Desde que era niña me acuerdo ir formada con mi mamá a la casilla para votar y siempre ha sido el mismo espagueti: A veces crudo con un gobierno duro, insípido, sin nadie que se atreva a ponerle consomé a la sociedad, otras un espagueti demasiado cocido, revuelto, pegostioso, de esos que se ven ricos pero saben desabridos. ¡Madre mía! pareciera que algunos gobiernan como cuando al jitomate le encuentran cada vez más propiedades.

Y es que así suele pasar que hasta a veces el pueblo y el gobierno terminamos pareciéndonos a un matrimonio con todos sus vicios pero sin el sexo, ¡triste, triste, triste! Por eso esta vez cuando me toque ir formada a la casilla con mis hijos a un lado, voy a ir con la esperanza de que por una vez en la vida ese papelito que voy a echar a la urna nos de un gobierno al dente, como el que todos tenemos ganas de probar.

He dicho.

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