02 octubre 2005

EL SUSODICHO TODAVÍA VIVE

EL SUSODICHO TODAVÍA VIVE


El susodicho hace unos días estaba un poco misterioso. Me rondaba como mosca sobre el pan con ese gesto que le conozco bien de que quiere decir algo a lo que sabe de antemano que le voy a decir que no.

-¡Suéltalo!- le digo y el hace su cara de “No sé a qué te refieres”

-Si, eso que te traes, ya dímelo-

-Es que me invitó un amigo a participar en un grupo porque necesitan a un dentista para atender a unas personas- me dijo.

-Pues qué bueno, más pacientes más dinero, somos personas civilizadas- le digo.

Pero el susodicho después de un “ejem...estem” terminó confesando que a quien tenía que atender sería a las chicas de un table dance, ¡Háganme el favor!

-Pues si nada más es arreglarles la boca, no tiene nada de malo – le digo como diciendo aquí no pasa nada porque soy lo suficientemente madura como para sentir celos a estas alturas y mucho menos de esas viejas desgraciadas con cuerpos esculturales y que usan tanguitas de hilo dental.


¡Dios de mi vida! Yo ya no dije nada, al contrario lo apoyé como es mi deber de esposa que quiere que su marido progrese pero llevo 2 días soñando que las taiboleras le bailan alrededor del sillón dental ¡qué espanto! Las veo ahí vestidas con su mini-bata de dentista y agarrándose del tubo donde escupen los pacientes, porque para ellas cualquier tubo es bueno.

Ya no quiero pensar en eso, aunque todo el día me esté dando vueltas en la cabeza que hasta veo a las degeneradas esas en la pasta de dientes.

Al fin y al cabo las taiboleras son mujeres como cualquiera de nosotras, con las cosas mejor acomodadas que una, pero mujeres al fin y al cabo. Así que no voy a estar celosa para nada, lo notarán ustedes cuando me pregunten por el susodicho y les conteste “Bien gracias, todavía vive” y es que él sabe muy bien que si falta a la fidelidad en esta casa le pasará como a las gasolinas de ahora: se queda sin su plomo.


He dicho.


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