06 junio 2005

LAS PESADILLAS TERMINAN CON UN FINAL FELIZ

LAS PESADILLAS TERMINAN CON UN FINAL FELIZ

El susodicho a veces llega tarde del consultorio y todo se me contrapone porque mi querido hooligan que es taaaan víctima el pobre dice con una vocecita tierna que quiere estar con su papá porque "hace mucho no lo ve", entonces todo se atrasa: el baño, la programación de la tele, la cena, y mandarlo a coscorrones a dormir.

Por supuesto terminamos cenando tardísimo y como consecuencia me agarran por asalto unas pesadillas que dios guarde la hora.

Lo de menos es soñar que toda la gente que quieres se muere, eso ya es como la pesadilla de cajón, la mentada pesadilla de siempre que ya hasta aburre, es como para preguntar ¿Y hoy cómo me morí?

Hubo una que soñaba recurrentemente cuando estaba por nacer mi querido hooligan y era que yo salía del hospital, con el coche atiborrado de regalos, acompañada de mucha gente para continuar la fiesta como si después de una pachanga buscaras dónde seguirla y al otro día despertaba agotada y cruda y era hasta entonces que me daba cuenta que se me había olvidado el escuincle en el hospital…¿se dan cuenta? Me traía todo menos al niño ¡qué horror!


Pero ayer que cenamos a las 11:30 de la noche soñé espantoso, como jamás en la vida y es que veía al susodicho llegar con una mujer de 90-60-90, guapísima, de minifalda, con unos muslotes de Miss Universo la desgraciada, con el cabello lacio lacio y rubia la mujer, y él se veía complacido, hasta el muy acomedido le hacía un sándwich y se lo preparaba con el pan de especies tan caro que jamás me quiere comprar y todavía el muy degenerado le preguntaba si quería leche en su café y rápido corría al refrigerador para sacar un litro y yo sentada a un lado comiéndome unas tristes galletas de fibra dietéticas que me sabían a cartón, con un vaso con leche desgrasada con sabor a agua de florero de panteón y yo llevaba puesto un camisón muy sexy y ni así me volteaba a ver el desgraciado.

Me levanté de sopetón, y hasta me fui a lavar los dientes para tratar de despejarme y no seguir soñando eso, diciéndome para mis adentros “Cambia de canal Maríaaaa, caaaaaambia de canal”

Me dormí otra vez y de pronto veía al susodicho igual, con la misma escena del sándwich y sirviéndole leche al café pero ahora era una mujer gorda, fea, con la cabeza llena de tubos y vestía una pijama tipo mameluco muy ajustada que se le abría un poco de un lado y de ahí justo se le desbordaba como un despeñadero toda la llanta.

De pronto sentí un codazo, el susodicho me despertó, dice que no lo dejaban dormir mis carcajadas.

“Es que estaba soñando bien bonito” le dije.


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