05 mayo 2004

FESTEJOS PARA CRUELA DE VIL...

Siempre he sido algo cabeza dura para los eventos escolares. Mientras todas las madres derraman cascadas y cascadas de lágrimas que bien podrían embotellarse y venderse para hacerse millonario, yo solamente miro a mi querido hooligan, disfrazado de payaso cantando la canción esa de Denise de Kalaffe que es limón derramado sobre la yaga de todas estas mujeres.

Aplauden, se paran y se van a llenar de arrumacos a sus hijos. Y el hooligan corre hacia mi y se para tantito antes como para checar si voy abriendo los brazos para lanzarse o si mejor se detiene y me platica algo. Pero esta vez me uní a la unión de madres cursis y lloré y lloré de ver a mi payaso diciéndome que me quiere.

Ya cuando llego a la casa con el semblante de Libertad Lamarque después de un maratón de lágrimas, Lady Pubertiana se acerca vernos y comienza a burlarse de nuestra sensibilidad a flor de piel.

La semana que entra me toca el festival de Lady Pubertiana. Ya no son disfraces ni esas mismas cosas pero sé que igual estaré en una esquina queriéndome hacer la fuerte, mujer de roble que no se desquebraja ante nada, la mujer de acero que no le entran ni las balas y cuando la vea diciendo su frasesita que habrá de estudiarse para ese día, llorarán mis lágrimas de Kriptonita y ante eso, no puedo hacer nada.


Para algunos engendros de Cruela de Vil como yo, talvez les sea placentero darse una vueltesita por aquí: LA MAMÁ MÁS MALA DEL MUNDO


(cambiando de tema)


LÁGRIMAS DE ATOCHA

Vicente Martin es un excelente poeta español, de mis favoritos, pues todo lo que plasma su bendita pluma al escribir su poesía logra vibrar las más íntimas fibras de quienes hemos compartido su obra. Vicente escribió recientemente un poema en relación con la tragedia vivida en España; "Estalló la mañana en los raíles" poema que ha obtenido el Primer Premio del 4º Certamen de Poesía patrocinado por el Excmo. Ayto. de Parla (Madrid) y organizado por la Casa Regional de Castilla y León. Este poema curiosamente (o no), ha sido motivo de una ardua polémica entre otras personas quienes juzgan este premio como un acto vergonzoso de lucrar con el dolor ajeno. Dicen que no es posible coronarse con laureles por algo inspirado en tan belicoso acto, pero Vicente es un hombre común y corriente cuyo único fin como poeta es expresar su dolor como lo sabe hacer él, sin perseguir más reconocimiento que el ser escuchado y leído y en esta ocasión solo recogiendo el dolor sembrado en Atocha para hacerlo reflexión.

Aquí les dejo el poema.


Estalló la mañana en los raíles
afilados del miedo. Se heló el aire
y amaneció la noche,
la más larga y más gruesa de las noches
robándole la luz a los andenes.
Bramó la bestia. Sólo
necesitó un instante, los minutos
contados en relojes de impotencia
y allí estaba -recién insospechada-
toda la muerte junta en un instante,
todo el grito de madre en un instante,
todo el temblor escrito en el silencio
de un pentagrama intacto. No es posible
un llanto más horrible que los llantos
que se lloran sin lágrimas, ni preguntas
que hieran más que aquellas que uno sabe
que nunca se va a hallar quien las conteste.
¿Podéis imaginaros?
Como si de un relámpago se abrieran
las puertas del infierno vomitando
todo el fuego del mundo,
como si de repente se quedaran
las ciudades sin nombre,
la arboleda sin pájaros
y la infancia sin risas y sin niños.
Caronte tiene prisa
por esconderle al cielo tanta infamia,
se avergüenza la muerte de ser muerte,
se sonrojan los hombres de ser hombres
y el sol de hacer mañanas,
arden los teletipos, enmudecen
el mar y la palabra,
cada acera que piso mana rabia,
cada piedra que miro grita rabia,
cada sombra que cruza llora rabia,
cada boca que escupe, escupe rabia.

Amaneció la noche en las entrañas
mismísimas del miedo, crespón negro
en todos los balcones de la tarde.

Vicente Martín Martín