13 abril 2004

DEL BAÚL DEL SUSODICHO

El susodicho abrió su baúl de anecdotarios para contarme de su abuelo, Luis Navarro Origel, quien se levantó en armas para unirse a la Guerra Cristera en Pénjamo en 1923. El año pasado conmemoraron los 80 años de su muerte editando un libro biográfico que narra paso a paso todos los sucesos desde que decidió abandonar a su esposa e hijos (entre ellos mi suegra) para aventurarse a una guerra de la cual no regresaría.

Se me enchinó la piel de imaginar aquellas épocas, cuando ni ir a misa, ni bautizar a nadie, mucho menos casarse podían pues era contra la ley. Dice mi mamá que mi abuelita se tuvo que casar a escondidas entre semana y a las 7:30 de la mañana pues era la única forma en que no se dieran cuenta. El susodicho me contó sobre una boda donde tuvieron que fingir un día de campo para despistar a los soldados, en la tierra cavaron un pequeño agujero donde el padre se metió prácticamente permaneció ‘parado’ mientras fue tapado con algún mantel para oficiar misa desde ahí, mientras los invitados a la ‘ceremonia’ fingían demencia. Unos soldados se acercaron para cuestionarlos pero con todo y el susto salieron bien librados y finalmente se realizó el casamiento.

En aquel festejo de la familia para conmemorar los 80 años de aquella decisión que les cambiaría la vida, se podía ver a todos los primos y tíos contentos, una especie de unión que los enorgullecía. Leyeron cartas que su abuelo había enviado a su abuela cuando ya se encontraba en la lucha. No podían evitar las lágrimas.

Una prima del susodicho, que estaba sentada junto a mí me contó sobre la despedida. Imagino lo difícil para una mujer en esos tiempos tener que hacerse cargo de sus hijos...(si en este tiempo es difícil!) Se dedicó a hacer chocolates para vender y cuentan que en una ocasión cuando ya no tenía dinero para los ingredientes, se encomendó a su esposo (ya fallecido) suplicándole ayuda: “Viejito, no me desampares que tus hijos tienen hambre”, y mientras caminaba rumbo al pueblo una persona se le acercó dirigiéndose a ella por su nombre: -¿Doña Carmen Alfaro?- a lo que ella respondió afirmativamente mientras esta x persona le entregaba un sobre con la cantidad exacta centavo sobre centavo de lo que necesitaba para los ingredientes. Cuando pudo recuperarse de su asombro, ésta persona ya no estaba.

Uyyyyy esto sí me dejó con el ojo así []

Finalmente, nos entregaron a todos una estampita con la fotografía del abuelo junto a un pedacito de tela, misma que sacaron del uniforme que llevaba puesto el día que lo mataron el cual fue encontrado en una de las maletas de la abuela, todavía ensangrentado, con las manchas ennegrecidas pero la tela muy bien conservada.

Sin duda alguna este suceso que nos ofreció libertad de culto, cambió la historia de nuestro México. Hoy somos libres de creer o no, de nombrar al Dios en el que creamos, seamos católicos o no, NADIE puede impedírtelo.

Les debemos muchas oraciones y un imborrable recuerdo.

Por si a alguien le interesa, hubo una persona que se esforzó muchos años en juntar toda clase de artículos, emblemas, periódicos, etc.. de aquella época, buscando siempre a los familiares y toda clase de personas que compartieran el mismo interés hacia la historia cristera y aunque ya falleció, justo antes de morir se encargó que el Estado de Aguascalientes fuera hoy día la sede del
Museo Cristero.


CORAZÓN PARTÍO

Hoy llegó un inquilino sin invitación a la casa: un conejo.

Mi querido hooligan con una sonrisa que dejaba relucir toda la mazorca lo acaraciaba y le daba zanahorias y agua, mientras su mamá asquerosita le decía que lo dejara (¡no fuera a tener pulgas !)

Así lo tuvo hospedado tooooodo el día, jugando con el pobre conejito que seguro terminó cansado de huir de este engendro de tortura.

A las 6:00 tocaron el timbre. -¿De casualidad no vieron a un conejito gris por aquí? - Preguntó un señor todo afligido. ¡Era el dueño!

Se terminó la historia de comunión y amor entre mi querido hooligan y el dichoso conejito.


Quedaron dos corazones partíos (como diría el buen Alejandro Sanz); el de mi hijo que lloró desconsolado porque se lo llevaron y el mío de verlo.

Quién me va curar el corazón partío ohoo ooohhhh

Olé ! Hasta otra !


* Gracias Mergruen por darme un huequito en EL ALJIBE